La lucha por la conservación y mejora de un oficio a menudo infravalorado o menos respaldado de lo deseable es el principal cometido de la Cofradía. Su labor es comunicar el respeto al mar y a la labor de un colectivo presente desde hace siglos en la ciudad y que es un sector no sólo económico, también cultural.
Sin ánimo de lucro y personal jurídica propia, la COFRADÍA DE PESCADORES DE BARCELONA tiene sus propios estatutos aprobados por su máximo órgano de gobierno: la Junta General o Asamblea. Seguidamente, el Cabildo es el órgano de representación que representa a los cofrades. Elegido por votación, el Patrón Mayor es el responsable ejecutivo y gestor.
La pesca en la ciudad se remonta a sus orígenes. Los laietanos (s.IV aC) ya tenían un puerto natural a pie de Monjuïc, posteriormente los romanos pescaban y amaraban sus embarcaciones a orillas de la muralla. En la Edad Media, el gremio de la pesca vivían en la barriada de Vilanova del Mar, próxima a la iglesia de Santa María. Ya en el siglo XVIII se construye el barrio de la Barceloneta en terreno ganado al mar. En el dique del este se levantaría el Moll dels Pescadors. Con un faro que en 1904 se transformaría en la actual Torre del Rellotge. Ya entonces ejercía la Cofradía de todos los asuntos que precisaba el colectivo. Especialmente lo referente a asistencia a enfermos, ancianos o viudas. Cuyas necesidades económicas eran cubiertas gracias a los fondos recaudados a través de las cuotas aplicadas sobre las ventas de pescado. La actual Cofradía se constituye en 1945. Es regulada por la Ditrecció General de Pesca de la Generalitat de Catalunya.
por dia laborable
Pescado azul
Pescado blanco y marisco
y de temporada
Cada día laborable se celebran 2 subastas de pescado. Una a las 7 h de la mañana en la que se vende el pescado azul capturado por la flota de cerca esa misma noche. Otra a las 16:30 h, donde se subasta el pescado blanco y el marisco que traen las embarcaciones de arrastre.
Los clientes que asisten a la subasta son mayoristas, pescaderías, supermercados y restaurantes, en su mayoría.
El producto subastado es exclusivamente el que se ha capturado esa jornada. La Cofradía y sobre todo los propios pescadores velan para garantizar que es un producto fresco, de proximidad y a un precio competitivo, asequible para el comprador y satisfactorio para el vendedor. La venta es totalmente transparente y rigurosa en cuanto al peso, medida y la tipología de las especies a subastar.